Aunque nacido en Honduras, el
escritor centroamericano Froylán Turcios vivió por mucho tiempo en la vecina
Guatemala, la cual lo cautivó profundamente, como se evidencia en buena parte
de su obra literaria. Así pues, “El Vampiro” se desarrolla en la Antigua Guatemala,
ciudad colonial que ha hecho las delicias de los escritores románticos.
Lejos de lo que su título pudiera
insinuar, no se trata de una novela de terror, sino más bien romántica, salpicada
con un toque de misterio. El personaje principal es un niño que crece en su
casa de la Antigua, junto a su madre y una prima, de la cual está perdidamente
enamorado. Se llevan muy bien desde siempre y son inseparables. Comparten el
amor por la música, ella canta y él toca el piano, adoran la literatura y los
paseos por los jardines. Su madre, una mujer muy religiosa, gusta de invitar a
casa a varios hombres de Dios, especialmente a un sacerdote que nuestro héroe
odia a muerte, y que además está demasiado interesada en su prima.
Se habla mucho de un abuelo
del muchacho, quien fue todo un personaje y que, presumiblemente, murió en
África, devorado por un león, dejando toda su fortuna a sus herederos, con la
única condición de que su habitación se mantuviese bajo llave y jamás fuera
abierta. Al parecer, el padre del muchacho no cumplió la promesa, y tras haber
visto el interior de la habitación prohibida, murió aquejado de locura, por lo
cual su esposa quedó viuda.
El niño va creciendo y,
conforme su cuerpo aumenta su tamaña, también lo hace su amor por su prima,
dedicándole prácticamente su vida entera. En el trayecto, descubrirán una serie
de misterios, que tienen a su abuelo y al sacerdote odiado en el centro de
todo.
Por Luis Fernando Calderón
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