martes, 10 de junio de 2014

Las Tierras Victhorianas-Capítulo III



Andar por las Tierras Victhorianas es un constante descubrimiento, una escuela de vida, un Cambridge para el alma. El aprendizaje empieza desde el primer contacto y continúa eternamente, como la vida de Su Majestad, inmortal reina y rectora de estas tierras.

He aprendido que puedo tartamudear cuando hablo con ella, repetir las cosas varias veces y temblar un poco. Aprendí que estar siempre solo no es tan bueno como lo pensaba antes de conocerla. Sigo prefiriendo la soledad a la compañía cualquiera, eso es cierto, pero no hay nada mejor que estar en compañía de Su Majestad. Aprendí a sentirme vacío cuando ella no está, y a llenar ese espacio con su recuerdo, a saborear cada imagen y cada escena, a seleccionar las conversaciones más interesantes y de ellas extraer los mejores momentos, los más divertidos, los más profundos, los más bellos; y al final siempre me doy cuenta de que todos los momentos hablando con ella, califican para estar entre los mejores.

Aprendí a modificar el tiempo normal, como cuando tengo apenas ocho o diez horas de no hablar con ella, pero para mí son siglos enteros. También ahora sé que el tiempo puede detenerse, aunque ella no me crea, y no hace falta estar en una máquina de fantasía para conseguirlo, sino que puede suceder en cualquier parte, como en un pasillo de cine, por ejemplo.

Ahora sé que se puede sentir cosas imposibles de describir, que los sentimientos son mucho más de lo que dicen los libros y la voz popular.

He aprendido a potenciar mi imaginación y construir mentalmente las historias de Su Majestad. Por ejemplo, puedo verla comiendo pizza en una gasolinera, celebrando el cumpleaños de su mejor amiga, poniendo en su lugar a un maestro abusivo, lavando el traje real con el que va cada día al Centro de Capacitación del reino o bien leyendo un libro de Patrick Süskind o de Anne Rice. Imagino los detalles, y todos mis sentidos participan en ello. Escucho su voz bajita y como susurrando cuando acaba de despertarse, evoco el aroma de su perfume que me ha embriagado cuando he tenido el honor de estar cerca de ella, saboreo el licuado que bebimos juntos y que por error fue de una fruta equivocada, veo sus ojos y su cabello, y siento la bendición del tacto de sus labios.

Aprendí a ver hacia atrás y analizar los eventos que han hecho girar mi vida, para darme cuenta que cada paso que he dado me ha traído hasta aquí, donde hoy soy tan feliz. Si en algún momento a lo largo de mi vida hubiese tomado el camino de la derecha en vez del de la izquierda, si hubiese cambiado mis decisiones, hoy no estaría aquí y jamás hubiera conocido a la razón de estas páginas. Así pues, aprendí que todas las decisiones importantes  de mi vida han sido las correctas, porque me permitieron llegar a las Tierras Victhorianas.

Hay tantas cosas nuevas, tantos misterios que recién ahora descubro, un mundo entero de posibilidades. Son tantas cosas las que he aprendido y estoy seguro que aún falta mucho más. Por lo pronto, seguiré saboreando las enseñanzas de Su Majestad.

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