Andar por las
Tierras Victhorianas es un constante descubrimiento, una escuela de vida, un
Cambridge para el alma. El aprendizaje empieza desde el primer contacto y
continúa eternamente, como la vida de Su Majestad, inmortal reina y rectora de
estas tierras.
He aprendido que
puedo tartamudear cuando hablo con ella, repetir las cosas varias veces y
temblar un poco. Aprendí que estar siempre solo no es tan bueno como lo pensaba
antes de conocerla. Sigo prefiriendo la soledad a la compañía cualquiera, eso
es cierto, pero no hay nada mejor que estar en compañía de Su Majestad. Aprendí
a sentirme vacío cuando ella no está, y a llenar ese espacio con su recuerdo, a
saborear cada imagen y cada escena, a seleccionar las conversaciones más
interesantes y de ellas extraer los mejores momentos, los más divertidos, los
más profundos, los más bellos; y al final siempre me doy cuenta de que todos
los momentos hablando con ella, califican para estar entre los mejores.
Aprendí a
modificar el tiempo normal, como cuando tengo apenas ocho o diez horas de no
hablar con ella, pero para mí son siglos enteros. También ahora sé que el
tiempo puede detenerse, aunque ella no me crea, y no hace falta estar en una
máquina de fantasía para conseguirlo, sino que puede suceder en cualquier
parte, como en un pasillo de cine, por ejemplo.
Ahora sé que se
puede sentir cosas imposibles de describir, que los sentimientos son mucho más
de lo que dicen los libros y la voz popular.
He aprendido a
potenciar mi imaginación y construir mentalmente las historias de Su Majestad.
Por ejemplo, puedo verla comiendo pizza en una gasolinera, celebrando el
cumpleaños de su mejor amiga, poniendo en su lugar a un maestro abusivo,
lavando el traje real con el que va cada día al Centro de Capacitación del reino
o bien leyendo un libro de Patrick Süskind o de Anne Rice. Imagino los
detalles, y todos mis sentidos participan en ello. Escucho su voz bajita y como
susurrando cuando acaba de despertarse, evoco el aroma de su perfume que me ha
embriagado cuando he tenido el honor de estar cerca de ella, saboreo el licuado
que bebimos juntos y que por error fue de una fruta equivocada, veo sus ojos y
su cabello, y siento la bendición del tacto de sus labios.
Aprendí a ver
hacia atrás y analizar los eventos que han hecho girar mi vida, para darme
cuenta que cada paso que he dado me ha traído hasta aquí, donde hoy soy tan
feliz. Si en algún momento a lo largo de mi vida hubiese tomado el camino de la
derecha en vez del de la izquierda, si hubiese cambiado mis decisiones, hoy no
estaría aquí y jamás hubiera conocido a la razón de estas páginas. Así pues,
aprendí que todas las decisiones importantes
de mi vida han sido las correctas, porque me permitieron llegar a las
Tierras Victhorianas.
Hay tantas cosas
nuevas, tantos misterios que recién ahora descubro, un mundo entero de
posibilidades. Son tantas cosas las que he aprendido y estoy seguro que aún
falta mucho más. Por lo pronto, seguiré saboreando las enseñanzas de Su
Majestad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario