De pronto se
me ha metido en la cabeza que deseo leer varios grandes de la literatura
estadounidense, por lo que he elaborado una lista de deseos que incluye obras
como Las uvas de la ira o El guardián entre el centeno, y por
supuesto: Matar a un ruiseñor.
Para
calificar este libro dedo decir que ha sido un verdadero deleite. Muy
divertido, entretenido, social, moral y políticamente interesante, e incluso
hasta un tanto misterioso. La obra retrata la sociedad racista y discriminativa
del sur de los Estados Unidos en la primera mitad del Siglo XX, vista a través
de los ojos de una pequeña pero muy despierta y traviesa niña blanca, a quien
llaman cariñosamente Scout, cuyo padre, abogado defensor de un hombre negro
acusado de violación, es blanco de las burlas y señalamientos del resto del
pueblo. Junto a su hermano mayor Jem, Scout se enfrasca en una serie de
aventuras que la llevarán a descubrir en carne propia el precio que se debe
pagar por defender una causa justa, cuando los intereses y prejuicios pueden más
que la verdad.
Por Luis
Fernando Calderón