El 20 de abril del año en
curso (2014) dejó de existir el ex boxeador estadounidense de raza negra Rubin “El
Huracán” Carter, mejor conocido por sus problemas con la ley que por su carrera
pugilística. Mientras aún se encontraba activo en el boxeo, siendo contendiente
número uno por el título mundial, fue acusado de un triple homicidio, por el
cual fue condenado a cumplir tres cadenas perpetuas. Dieciocho años después, su
sentencia fue revocada, al considerarse que el juicio en el que había sido
condenado había tenido muchos errores y en consecuencia, nunca debió haber sido
declarado culpable.
“The sixteenth round”, es un
libro que Carter escribió durante su estadía en la prisión, cuando aún era
considerado culpable. En esta obra cuenta su vida, desde su niñez y
adolescencia, en la cual pasó gran parte del tiempo encerrado en un
reformatorio, hasta sus años como boxeador profesional, culminando con su
detención por la policía y su condena final. He de confesar que habiendo
conocido la historia de Rubin únicamente por comentarios de terceros y la
película semi biográfica protagonizada por Denzel Washington, tenía la idea de
que Carter había sido una víctima del sistema legal corrupto y racista durante
toda su vida, pero al leer su libro, cambió bastante mi percepción del caso.
A lo largo de la obra podemos
ver cómo Rubin, de pequeño, perteneció a una pandilla de barrio, con la cual
protagonizaba peleas callejeras con otros pandilleros, aterrorizaba a otros
niños y adolescentes no miembros de pandillas e incluso robaba artículos tales
como ropa nueva. Al reformatorio fue por atacar a un hombre con una navaja,
según Rubin en defensa propia y de un amigo del cual dicho hombre se quería
aprovechar sexualmente, aunque él alegó que Rubin intentó robarle un reloj de
oro. No había pruebas suficientes que dejaran en claro cuál de las dos
versiones es la cierta, así que queda abierto a la duda si fue condenado al
reformatorio injustamente o no. Una vez en el reformatorio, Rubin se jacta de jamás
aceptar las reglas, de pelear con todos y vapulear a muchos guardias de
seguridad, particularmente, así como liderar más de algún pequeño motín
carcelario. Llega incluso a escaparse de la prisión y cuando es atrapado de
nuevo y devuelto a las rejas, se queja de no saber por qué lo encarcelan, si no
ha cometido ningún nuevo delito desde que escapó e inició una nueva vida en el
ejército. Una vez cumplida su condena en el reformatorio, vuelve a delinquir,
robando un bolso de mujer, que el mismo dice no saber por qué lo hizo y que se
arrepiente de ello, pero es demasiado tarde y va a prisión nuevamente. Cuando
cumple su nueva condena, se dedica al boxeo, en el cual llega a ser retador al
título mundial, al parecer ya reformado de su vida delictiva.
Durante todo el libro, “El
Huracán” destila odio contra los blancos, las autoridades y el estado, así como
cualquier figura de autoridad que se cruce en su camino. Se jacta de su
rebeldía y su mal comportamiento, y se escuda de todos sus delitos y actitudes
aduciendo que es una víctima del racismo por su color de piel.
Si bien es muy probable que no
haya cometido el asesinato del que se le acusó y por tanto nunca debió haber
recibido esa condena, tampoco fue nunca un pan de azúcar, y al leer su libro
disminuyó considerablemente mi aprecio hacia “El Huracán”.
El libro, propiamente dicho,
me pareció sumamente interesante, y a pesar de estar escrito en inglés, lo leí
considerablemente rápido, debido a que la historia me atrapó desde el primer
instante.
Por Luis Fernando Calderón