Otra de esas novelas
históricas que desde algunos años se han convertido en uno de mis subgéneros favoritos
de la literatura, gracias a la información que enriquece tanto al conocimiento.
Sin embargo, debo decir que me decepcionó, quizá porque esperaba demasiado de
ella, al ser parte de varios listados de las mejores novelas de la historia. No
es que sea mala, por supuesto, pero me gustó mucho menos que otros libros del
género, como César Imperator de Max
Gallo, Calígula de Pierre
Lunel y Paul-Jean Franceschini o El
fuego del cielo de César Vidal.
Se trata de una
carta escrita por el emperador Adriano poco antes de morir, en la cual le lega
su conocimiento a su nieto adoptivo Marco Aurelio, para que, llegado su
momento, él sea también un buen emperador. En dicha carta narra su vida, su
ascenso al poder y las aventuras que ha pasado mientras ha ostentado el mismo.
Y tal vez este sea justo el punto por el cual la novela no me caló del todo:
que las aventuras de Adriano no me parecieron muy emocionantes, al menos
comparadas con las de gente como Julio César, Calígula o Nerón. Así que no fue
tanto que la novela en sí no me gustase, sino que el personaje me pareció un
tanto pobre, para lo que cabría esperarse de un poderoso emperador romano. Aún
así, no dejó de ser una lectura interesante, en dónde pude aprender un poco más
sobre la historia que sólo puede vivirse a través de los libros.
Por Luis Fernando Calderón